miércoles, 26 de septiembre de 2018

Otra historia del maestro.


Aquella mañana me levanté temprano. Cogí la bicicleta y me fui a dar
una vuelta por el campo. Mi idea era subir a la montaña de Montánchez.
Y así lo hice. La subida fue dura, pero llegué. Cansado, pero llegué.
Sin embargo nada me había preparado para lo que me pasaría en la
bajada.
El caso es que yo aquel día tenía ganas de bajar rápido. No me preguntéis
por qué, pero me apetecía. Empecé a volar por las rampas, cogiendo
las curvas súper rápido, forzando al máximo. De repente... Un bache
en el asfalto que yo no había visto en la subida. La rueda delantera
reventó, y tras unos segundos de incertidumbre, salí volando por encima
de la bicicleta. Por «suerte» caí encima de una zarza. Digo «suerte» porque,
aunque me arañé y me hice mucha sangre, la zarza hizo de colchón y evitó
que me destrozara contra las piedras. Salí de entre las espinas como pude
y regresé a casa. Cuando mi madre me vio todo ensangrentado casi
le da un infarto. Pero bueno, lo que importa es que ahora estoy bien.

PD: Desde entonces no he vuelto a bajar una cuesta rápido. Tranquilo se va mejor :-)

1 comentario:

  1. Jajajaja pero bueno de los porrazos se aprende peor seria q mañana lo hiciese otra vez

    ResponderEliminar