jueves, 29 de noviembre de 2018

El violín encantado V


Admir estaba preocupado. Encaminó sus pasos hacia la casa Sfatului, por ver si podía visitar a su amigo y averiguar qué había pasado realmente. De camino a las mazmorras le adelantaron cuatro jinetes que galopaban a toda velocidad. Uno de ellos era el Barón Modolin. A los otros tres no los conocía, aunque seguro que serían gente importante, puesto que llevaban collares de oro. Aquello no le daba buena espina. Apresuró el paso y finalmente llegó a la plaza del ayuntamiento. Respiró hondo y se dirigió al sótano donde estaban las celdas municipales.

  • Buenos días. Quería visitar a un prisionero.
  • No se admiten visitas ¡Largo de aquí!
  • Verá, señor carcelero. Permítame que me presente. Soy Admir, el carpintero. Mi amigo Pèrlav ha sido acusado de robar unas cucharas y una copa de oro, y me gustaría verle para averiguar qué ha pasado. Sólo quiero ayudar, y esclarecer la situación.
  • Te vuelvo a repetir que no admitimos visitas. El prisionero Pèrlav no puede ver a nadie, y punto. Si no te vas de aquí ahora mismo, te encierro a ti también en otra celda.
  • Vale, vale. Ya me voy.

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