Juicio medieval. |
"Rodrigo" - dijo el juez - "Se os acusa de haber asesinado al Hernando de Tábara, tabernero y padre de cuatro hijos ¿Cómo os declaráis?"
"Inocente, señoría" - respondió Rodrigo.
"Sea pues" - dijo el juez - "Que sirva este proceso para demostrar vuestra inocencia"
El juez, que como ya sabemos estaba comprado, cuidó no obstante de dar todo el aspecto de un juicio justo, por ello dijo al acusado:
Escudo del Conde de Medinaceli. |
Por supuesto, el juez había preparado dos papeles con la misma palabra: ‘CULPABLE’. Y la pobre víctima, aún sin conocer los detalles, se daba cuenta que el sistema propuesto era una trampa. No había escapatoria. El juez ordenó al hombre tomar uno de los papeles doblados. Éste respiró profundamente, quedó en silencio unos cuantos segundos con los ojos cerrados, y cuando la sala comenzaba ya a impacientarse, abrió los ojos y con una extraña sonrisa, tomó uno de los papeles y llevándoselo a la boca, lo engulló rápidamente.
Sorprendidos e indignados, los presentes le reprocharon... -“Pero..., ¿qué ha hecho...?, ¿y ahora...?, ¿cómo vamos a saber el veredicto...?”.
“Es muy sencillo" - respondió Rodrigo - "Es cuestión de leer el papel que queda, y sabremos lo que decía el que me tragué”.
Con un gran coraje e ira disimuladas, tuvieron que liberar al acusado y jamás volvieron a molestarlo...
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