La
noche se había cerrado, y ahora no se veía apenas nada. Había luna
nueva, lo cuál acrecentaba aún más la oscuridad, que envolvía
todo como una manta negra. De repente, Admir oyó un ruido. Eran
pisadas que se acercaban cada vez más, tronchando las ramitas del
suelo del bosque. Aguantó la respiración, para no ser detectado.
Cerca de él, pero sin verle, pasó un guardia que traía un farol
encendido. Se detuvo frente a una roca gigante, miró hacia un lado y
a otro y, pensando que nadie le veía, empujó una piedra que
sobresalía. Como por arte de magia una puerta secreta se abrió.
Entró por ella, y luego el hueco volvió a cerrarse ¡Esa era la
solución! Seguro que aquella entrada conducía a la Torre Negra.
Ahora lo que tenía que hacer era esperar un tiempo prudencial y
luego seguir los pasos del guardia. Aguardó cinco minutos, y después
se acercó a la roca. Toqueteó toda la superficie, buscando el
mecanismo, pero no encontraba nada. La oscuridad casi absoluta no le
permitía fijarse bien en los detalles. Admir volvió a consultar a
Alur.
- Alur, no encuentro el mecanismo. Está muy oscuro, y no puedo ver nada.
- Tranquilo, Admir. Los violines mágicos, aparte de hablar y de no arder, tenemos otras cualidades. Y una de ellas es... ¡Emitir luz!
Dicho
esto el violín empezó a iluminarse. Al principio solo un poco, como
una pequeña luciérnaga. Luego un poco más, como una vela. Y
finalmente brilló como un farol, con una luz blanco – verdosa que
parecía provenir del más allá.
- Guau. Tu luz es preciosa. Y muy brillante.
- Jeje. Lo sé.
- Bien, déjame que te coja por el mástil para alumbrar la roca. Vemaos. El mecanismo tiene que estar por alguna parte. A ver que toquetee por aquí...
De
repente sonó un "click". Lo habían encontrado. Suavemente
la lisa roca empezó a moverse hasta dejar abierta una puerta por la
que cabía justo una persona.
- ¡Lo tenemos! Vamos.
- Espera un momento, amiguito – replicó Alur – No sabemos lo que hay ahí dentro. Quizá haya soldados en el túnel, vigilando.
- ¿Y qué hago?
- Entra con mucho cuidado, pisando como un gato. Cualquier ruido puede delatarnos, y el plan se irá al garete.
- De acuerdo.
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