miércoles, 30 de enero de 2019

Historia de Manuel y Aitor.


Ayer Manuel me quiso acompañar a mi casa. Bajamos por el ascensor. Llegamos al garaje y abrimos la puerta para entrar en él. Pero, ¡oh, demonios! La puerta se cerró antes de que pudiéramos salir. Intentamos por todos los medios buscar escapatoria. Una hora entera pasó, y
allí seguíamos, llorando, sin que nadie nos ayudara. La luz se apagaba cada dos por tres.
Finalmente, por pura suerte, a oscuras, conseguimos darle a un botón que abrió la puerta del garaje. Salimos de allí pitando, hacia la casa de Manuel, con el susto en el cuerpo.

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