miércoles, 16 de enero de 2019

El violín encantado XVII


Permaneció agazapado una hora entera, analizando la situación. De los lados de la torre colgaban largos pendones de tela con el escudo de la ciudad. Pero no llegaban al suelo, por lo que no podría trepar por ellos. En las almenas había un gran ir y venir de gente; pero sin embargo por la puerta no salía nadie. Quizá hubiera otras formas de acceder al lugar, aparte de la entrada vigilada. Quizá algún pasadizo que conectara con la ciudad, o algo así. Transcurrió una hora más. La cabeza de Admir hervía dándole vueltas a cómo entrar. Pensó en ir a casa a por una cuerda para trepar hasta la ventana; pero rápidamente descartó la idea, ya que perdería mucho tiempo en ir y venir. Pensó en tirar piedras para distraer al vigilante; pero eso haría que le descubrieran. No sabía que hacer. Desesperado, volvió a susurrar en la boca del saco:

- Alur, soy yo otra vez.
- Qué quieres ahora.
- Es que no sé como voy a entrar en la Torre Negra.
- Sigue esperando. Una torre como esa tiene que tener más de una entrada.
- Sí, eso mismo he pensado yo.
- Pues sé paciente y observa con atención. Ya verás como al final descubrimos una manera de entrar.



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