Llegaron
a la prisión. Ni que decir tiene que la puerta principal no era una
opción. Si el guardia volvía a ver a Admir por allí seguro que le
encerraría durante una buena temporada, y entonces no podría ayudar
a Pèrlav. Habría que buscar un plan alternativo. Admir dio una
vuelta alrededor del edificio y descubrió que a ras de suelo, en la
parte norte, había un par de ventanucos que comunicaban con las
celdas. Se acercó a uno de ellos y dijo:
-
¡Schhhh! ¡Pérlav! ¡Estás ahí!
-
Aquí no es.
-
Perdone, creo que me he confundido. Estoy buscando a Pèrlav Bodinescu, el músico que está preso.
-
¿Te refieres al músico que dicen que ha robado unas cucharas de plata?
-
Sí, a ese ¿Está por ahí?
-
Es en la celda de al lado. Tienes que hablar por el otro ventanuco, por el de la izquierda.
-
Vale. Perdone, señor preso.
-
Nada, hombre.
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