Admir
se retiró del ventanuco. Miró a su alrededor ¡Cuánta gente había
en el mercado! Luego acercó sus labios al saco y dijo así:
-
¿Has escuchado la conversación?
-
Sí.
-
¿Y qué te parece?
-
Me parece que el preso puede estar engañándote ¿Por qué no intentas hablar de nuevo con el guardia? Quizá él sepa dónde está ahora Pérlav.
-
Pero es que ayer me dijo que si volvía a verme por la prisión me metería en una celda.
-
Humm. Ya veo. Eso lo cambia todo. No hay tiempo que perder ¿Llevas encima 5 florines?
-
No. Eso es mucho dinero. En casa sí que tengo.
-
Pues vamos a por ellos.
Admir encaminó sus pasos nuevamente hacia casa. Era mediodía, y la ciudad bullía de gente. Los
campesinos de las afueras vendían productos de la huerta, los
granjeros huevos, gallinas y cerdos, los herreros amartillaban el
hierro para fabricar herraduras y cuchillos, los tejedores tejían,
los plateros fundían oro y plata... Era un bonito día de sábado.
Admir acercó sus labios a la boca del saco y en voz baja, casi
susurrando, habló así:
-
¡Ehhh! ¿Me escuchas?
-
Sí ¿Quieres algo?
-
Sí. Me acabo de dar cuenta de que no sé tu nombre. Llevo toda la tarde de ayer y toda esta mañana llamándote violín ¿Cómo te llamas?
-
No lo sé. Creo que no tengo nombre.
-
Humm. Eso no es bueno. Tenemos que buscarte uno ¿Te gustaría tener un nombre, violín?
-
Pffff. La verdad es que me da un poco igual. Que me llames violín ya me viene bien. Al fin y al cabo es lo que soy.
-
Pero tú eres especial, porque hablas y eso te hace diferente al resto de violines del mundo. Necesito darte un nombre propio. A ver, déjame que piense. Seguro que se me ocurre alguno ¿Qué tal Brozof?
-
¿Brozof? Pffff. Para llamarme así, prefiero seguir llamándome violín. Brozov dice. Brozov suena a bruto. Quizá para un violonchelo o un contrabajo... Pero yo soy un delicado y sonoro violín. No, no quiero llamarme Brozov.
-
Es verdad. Brozov no te pega en absoluto. Es un nombre para algo grande; y tú eres muy pequeño ¿Qué tal si te llamo Froenia? Froenia es alegre y brillante. Suena a primavera, a flores y a hierba verde; también a fuente de montaña, limpia y fría.
-
Froenia está mejor. Sí, muy bonito. Pero resulta que es nombre de chica ¿No lo ves? Froenia valdría para una trompeta, una viola o una flauta. Pero yo soy EL violín. Soy masculino. Macho.
-
Bueeno. Vemaos. Para encontarte un buen nombre tengo que pensar en cómo naciste. Eres de madera e abeto. Sí. Y de la luz de un rayo. Abeto, luz, rayo. Amur. Altur, Azur... ¡Ya lo tengo! ¿Por qué no te llamamos Alur? A de abeto, LU de luz y R de rayo A – LU – R.
-
Alur... No está mal. Si te hace feliz, llámame así. Mejor que Brozov y Froenia, cualquier cosa.
-
Pues a partir de ahora ése será tu nombre. Yo te bautizo como Alur, violín de la tormenta.
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