viernes, 1 de febrero de 2019

El violín encantado XX


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Escalera de caracol.
Admir pegó un salto y se fue al fondo de la habitación, de donde salía otra escalera que conducía al tercer piso. Allí se escondió detrás de unas tinajas y vio a un guardia que aparecía por la puerta con comida para Pèrlav.

  • Ehh, músico. Toma, tu ración de gachas. Disfrútalas: el barón Molodin ha ordenado que a partir de mañana no se te dé más comida. Grrrrrpuaaahhh!!!
  • Podrías haberte ahorrado el escupitajo, cerdo insolente – respondió Pèrlav.
  • ¡Jajajaja! Sí, podría; pero entonces no sería igual. Anda come, que de aquí a nada tenemos que volver a empezar con el interrogatorio. Darli ha tenido una idea muy buena para hacerte hablar. Vamos a bajarte a la lumbre y vamos a quemarte con...
El guardia no tuvo tiempo de acabar la frase. Admir le estrelló una tinaja en la cabeza. Ahora yacía inconsciente en el suelo, sin moverse.
  • ¡Vaya golpazo que le has dado! Espero que se recupere.
  • Seguro que sí. Ahora también estoy metido en este lío contigo.Vamos a salir de aquí, y luego ya veremos qué hacemos.
Admir abrió la puerta de la jaula y con la espada del guardia cortó las ataduras de Pèrlav.
  • ¿Y ahora a dónde? ¿Arriba o abajo? - preguntó Admir.
  • Arriba está el techo de la torre ¿Por dónde has entrado tú?
  • Por un pasadizo secreto. Pero es arriesgado. Para llegar a él hay que pasar por la habitación en la que los guardias están cocinando. Yo antes he podido colarme; pero no sé si los dos juntos podríamos pasar sin ser detectados.
  • Pues vamos arriba.

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